¿Qué se sabe de la homosexualidad desde la perspectiva científica?

Me propongo aclarar en este artículo algunos conceptos o términos clave sobre la homosexualidad, ya que es un tema debatido frecuentemente en diferentes ámbitos de la vida social, pero es un debate que al mismo tiempo a menudo se caracteriza por una marcada confusión terminológica.  

Hay una disputa constante entre los científicos sobre el concepto de la homosexualidad, y la decisión de la Organización Mundial de la Salud, que en 1991 eliminó la homosexualidad de la Clasificación Internacional de Enfermedades y Trastornos, no eliminó sin embargo el caos terminológico. A menudo, las personas que usan este concepto identifican el comportamiento sexual con la orientación sexual.

Por otro lado, se está volviendo popular usar el término homosexualidad como una autodefinición subjetiva: los homosexuales serían aquellos que se ven a sí mismos de esa manera. Entonces, una persona homosexual es aquella que es consciente de su interés sexual, emocional, espiritual e intelectual hacia las diferentes personas de su mismo sexo y consciente también de ser capaz de actuar en consecuencias de estos sus intereses.

Según esta definición, la homosexualidad concierne entonces a la identidad humana, pues abarca tanto la esfera sexual como sus sentimientos, conocimientos, creencias y conductas. El problema surge, sin embargo, cuando una persona no está segura de su orientación sexual. ¿Cómo diagnosticar la orientación sexual, por ejemplo, de una mujer que ama a su marido, se siente satisfecha con su vida sexual, pero al mismo tiempo suele tener sexo con otra mujer en sus sueños? ¿O cuando un hombre que tiene hijos vive una relación sexual exitosa con una mujer, pero de repente se interesa por otros hombres?

Las necesidades, los comportamientos y las experiencias sexuales de las personas no son tan claros. Cuando no se sabe si la orientación sexual de una persona es heterosexual, homosexual o bisexual, se habla de comportamiento homosexual límite. A veces en la literatura científica podemos encontrar sinónimos para este concepto: homosexualidad latente o tendencias lesbianas o gay ocultas, hay pues diferente nomenclatura científica de este fenómeno. Porque la fuente del comportamiento homosexual inesperado en personas que se consideran heterosexuales se encuentra a menudo en su subconsciente.

Como se puede observar, entonces, es fácil perderse en esta maraña de conceptos. Por eso propongo a continuación una especie de glosario simplificado que muestra cuán complejos y, contrariamente a las apariencias, ambiguos son los problemas que enfrentamos el tema de la homosexualidad.

  • Orientación sexual: esto se refiere a reconocer el atractivo sexual de los representantes del propio género o sexo (homosexualidad) o del otro sexo (heterosexualidad) o de ambos géneros (la bisexualidad).
  • Homosexualidad (del griego homosis – lo mismo) consiste en la focalización exclusiva o casi exclusiva de los intereses y necesidades sexuales hacia personas del mismo sexo. No siempre tiene que ir acompañada de prácticas y comportamientos homosexuales. Algunas personas sospechan que son homosexuales porque tienen sueños con esta clase de atracción o sexo. Se encaprichan con el atractivo físico de las personas del mismo sexo, se sienten más seguros en su presencia pero, al mismo tiempo, se sienten inseguros y avergonzados hacia las personas del sexo opuesto.
  • Homosexualismo: Cuando la homosexualidad en el sentido anteriormente expresado se combina con la conducta homosexual se habla del homosexulismo, aunque en el lenguaje popular o coloquial se suele combinar varios términos: el homosexualismo y la homosexualidad.
  • Homosexual: Una persona cuyo deseo sexual está exclusivamente (o casi exclusivamente) dirigido hacia personas de su mismo sexo y que obtiene satisfacción sexual de esta forma exclusivamente (o casi exclusivamente).
  • Gay: un hombre homosexual que acepta su orientación.
  • Lesbiana: una mujer homosexual que acepta su orientación.
  • Homosexualidad primaria: es algo propio de la adolescencia; se manifiesta en sueños eróticos, fantasías que acompañan a la masturbación. Sin embargo, so efecto de fuertes influencias culturales, normas y valores heredados de la sociedad, es reprimido y muchas veces suprimido. En consecuencia, la actividad humana se torna heterosexual; se convierte en el único tipo de comportamiento sexual para muchas de estas personas.
  • Homosexualidad tardía: se manifiesta en la edad adulta. A menudo está precedida por una relación sexual fallida heterosexual. Sin embargo, hay situaciones en las que un hombre, a pesar de la ternura de una pareja heterosexual y de un matrimonio feliz, prefiere iniciar una nueva relación de pareja homosexual tras experiencias eróticas con una persona del mismo sexo. Según el sexólogo Zbigniew Lew Starowicz, este cambio de orientación de hetero a homosexual en la madurez es más común en las mujeres. La situación es diferente con las personas que permanecen en lugares cerrados, por ejemplo, en prisiones, conventos, barcos de largas trayectorias, etc. Una persona que tiene necesidades sexuales busca diferentes opciones para satisfacerlas. Una de ellas puede ser la homosexualidad, que suele denominarse la homosexualidad sustituta, que se debe -por así decirlo- a las condiciones o circunstancias de vida. Por supuesto, el mero hecho de tener relaciones sexuales con una persona del mismo sexo puede revelar una homosexualidad oculta y esa persona pueda desear conscientemente cambiar su orientación sexual.
  • Homofilia: es una tendencia emocional, no necesariamente constante y no necesariamente relacionada con actos sexuales. Se revela con mayor frecuencia durante los sueños eróticos o en formas características de amistades con representantes del mismo sexo.
  • Homófilo: es alguien con tendencias emocionales hacia personas de su mismo sexo, que no necesariamente tiene que ser lesbiana o gay. Esas personas a veces tienen una imagen exagerada de la superioridad de un sexo sobre el otro y por eso muestran renuencia hacia las personas del sexo que consideran «inferior».
  • Homofobia (fobia sexual): miedo a la homosexualidad de otra persona y/o propia; es un prejuicio contra la homosexualidad. La mera conciencia de que los intereses sexuales preocupan cada vez más a otra persona del mismo sexo, en la mayoría de los casos conduce a un sentimiento de miedo, amenaza y autodesprecio. A veces sucede que la sospecha de la orientación homosexual se convierta en la obsesión de un hombre; entonces piensa constantemente en su futuro y el de sus seres queridos, teme las reacciones del entorno en el trabajo, en la escuela y entre los vecinos. A veces esto puede convertirse en un primer síntoma de posteriores trastornos mentales graves. La obsesión conduce a lo que algunos estudios denominan como autohomofobia.
  • Tendencias homosexuales ocultas: algunos psicoanalistas argumentan que éstas ocurren en personas que sienten la necesidad de estar en el grupo de su mismo sexo. Si una mujer, por ejemplo, prefiere estar entre sus amigas y hablar con ellas sobre su vida sexual en lugar de hacerlo con su propia pareja, entonces, según los supuestos de esta teoría, tiene tendencias lésbicas ocultas. Las tendencias homosexuales ocultas generalmente se revelan bajo la influencia de los intoxicantes, por ejemplo el alcohol. Sin embargo, las pruebas diagnósticas de laboratorio no pueden determinar de manera concluyente si es el alcohol que desencadena un comportamiento latente bisexual u homosexual, o el mismo es causado por un comportamiento provocativo de otras personas. Así que sobre este tema la ciencia todavía no ha llegado a una conclusión, sobre todo porque después de volver al estado de conciencia, cuando una persona se da cuenta de lo que ha sucedido, queda consternada y, a veces, hasta  profundamente asqueada consigo misma y con las personas de su mismo sexo.

Por supuesto, cada vez más a menudo en la literatura científica y hasta la popular todos estos fenómenos son vistos desde la perspectiva de las diferencias culturales de género. Como resultado de los cambios morales, nuestra cultura deja de diferenciar los límites entre mujeres y hombres de manera tan tajante y contundente. Las mujeres pueden vestirse de traje, volar aviones, ser soldados profesionales, y eso no es un signo de su orientación sexual u oposición social. Así mismo pasa con los hombres. Cada vez sorprende menos que el hombre esté con permiso laboral por paternidad, que vaya a la esteticista, se maquille  se tiñe el pelo. Como acertadamente señaló Anthony Giddens, uno de los más grandes científicos sociales contemporáneos, las mujeres ya no aceptan el dominio sexual masculino, y tanto los hombres como ellas mismas tienen que lidiar con las consecuencias de este hecho.

Nuestras relaciones mutuas han cambiado profundamente. La vida personal se ha convertido en un esfuerzo interminable en el que constantemente surgen nuevos miedos y desafíos. Todos hemos estado atrapados en lo que Giddens llama «experimentación social cotidiana». Sin embargo, si nos sentimos ansiosos o confundidos por nuestra identidad sexual, vale la pena recurrir a la ayuda profesional de un sexólogo, psicólogo o psicoterapeuta. Puede resultar que nuestros miedos relacionados con la respuesta a la pregunta «quién soy» o «en quién me estoy convirtiendo» sean causados ​​​​solo por una imagen inexacta de nosotros mismos y los roles sociales que desempeñamos. No debemos tener miedo ni huir del problema y fingir que todo está bien. Ya que, en nuestra opinión, no es así.

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